Ser hija única siempre será una tarea bastante solitaria. Por suerte crecí y me
di cuenta que el mundo excede las fronteras de la familia; ese descubrimiento trajo, casi al mismo tiempo, otro: el
mundo no significaría nada sin mi familia.
La cosa es que, desde que tengo
conciencia tuve esa sensación de soledad. No sé si tiene que ver con ser hija única, tal vez estoy sobrevalorando eso de tener hermanos. En fin, a pesar de haber estado siempre rodeada de personas, me sobrevenía esa sensación de incomprensión constante, de vacío
existencial. Así fue como empezó mi relación con la escritura. La adolescencia
te vuelve loco, te hace subir y bajar como si estuvieras drogado todo el tiempo,
eso sumado mi sensación de eterna Eva en un planeta sin Adanes, me llevaron a
inventarme un interlocutor que escuchara todo, no juzgara y me diera la razón
siempre. Una especie de amigo invisible (que nunca fui capaz de tener por mi
falta de imaginación) en el que podía confiar lo suficiente como para sacarme
la basura de adentro sabiendo que no iba a salir corriendo por el olor. Empezó
con el típico diario íntimo. Empezó con planteos del tipo “mi mamá se enojó
conmigo así que la odio.” Después no
cambió mucho, pero se convirtió en algo más que una necesidad. O al menos
quiero que sea algo más que eso, porque realmente me gustaría que hubiera un propósito un
poco menos tonto. La gracia de haber escrito todo este tiempo fue que era algo
mío, era un espacio en el que podía expresar mi patetismo descarnado. Algo que
ciertamente no se le muestra a la gente con la que pretendés tener una relación de
respeto mutuo.
Este último tiempo estuve
creyendo, de a ratos, que tal vez algún día llegue a ser una escritora respetable.
Seria. Nada de cursilerías adolescentes, de patetismos, o amores platónicos.
Pero de alguna forma, antes necesito compartir esta especie de diario íntimo
con el mundo. Es una forma rebuscada
de dejar de estar sola con mi soledad. Es una vuelta de tuerca, en la que
comparto mis peores miserias, mis sentimientos más íntimos, mi verdad y mis
miedos al mundo. Un mundo que posiblemente nunca se entere. La cosa es que esto dejó de ser una novedad hace mucho tiempo: gente escribiendo sus intimidades en la web. Trillado. Además, seguro el mundo tiene otras cosas por las que preocuparse. Así que convengamos que lo hago por mí, imaginando que tengo algo que contar, y que las palabras me van a hacer sentir menos sola, menos perdida. Este blog es un intento por superar el pánico a la hoja en
blanco que es mi futuro. Un ejercicio, un ensayo, un forma de encontrar las
respuestas a tantas preguntas.
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